dissabte, 10 d’agost del 2019

Diumenge XIX (C) - 2019



Lecturas:
  1. Sa 18,6-9
  2. Ps 32
  3. He 11,1-2.8-19
  4. Lc 12, 32-48




Queridos hermanos y hermanas,

un domingo más nos encontramos como comunidad, escuchamos a Jesús que nos habla en su Evangelio y participamos de la mesa de la Eucaristía.


Y lo hacemos como de costumbre. En medio del calor del verano, nos acercamos a beber del agua fresca que siempre es el Evangelio, la Buena Noticia, aunque a veces nos parezca un poco exigente, como hoy.

Jesús está rodeado de miles de personas (Lc 12, 1), pero se dirige a sus discípulos en una catequesis sobre qué quiere decir ser discípulo suyo, qué camino hay que seguir.

La semana pasada escuchábamos una parte donde les hablaba de los bienes.

En esta última parte empieza diciéndoles:


“Vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino”

Parece que ya todo está ganado, no hay que hacer nada: nos dará el Reino. Si esto va dirigido también a nosotros, ya no hace falta que nos movamos de aquí, basta echar un sueñecito y esperar.

¡No!

Jesús se lo aclara: “Vended vuestros bienes y dadlos a los pobres”, “haceos bolsas que no envejezcan”

Es decir, ¡vivid el Evangelio!

Donde tengáis vuestro tesoro, allí tendréis el corazón.

Es decir, vuestro mayor tesoro es la Buena Noticia que he venido a anunciaros:Los ciegos ven, los cojos andan, los mudos hablan, los pobres reciben el anuncio de la Buena Noticia: ¡Dios os ama!

Esta es la invitación que hoy nos hace Cristo a todos nosotros: ¡Vivamos el Evangelio! y somos invitados a vivirlo enmedio de las pobrezas de nuestro tiempo. Si en tiempo de Jesús eran los pobres, eran los enfermos, los ciegos, los tullidos, … hoy Jesús nos hablaría también de los marginados, de los parados, de los migrantes, de aquellos que están en un barco en medio del Mediterráneo esperando un puerto seguro, nos hablaría del medio ambiente, de como estamos destrozando la Naturaleza que el Padre celestial nos regaló.

Por eso nos urge a estar atentos, a no dormirnos, a ponernos vigilantes y en acción, porque Él llama a nuestra puerta, ya ahora a través de los marginados, de los parados, de los migrantes, de los rechazados, del medio ambiente,... y espera nuestra respuesta.

Un día, es cierto, vendrá y nos pedirá el balance de nuestra vida. Pero ya ahora, Él viene a nosotros en múltiples formas, a través de personas y hechos y espera que le acojamos, y transformemos nuestro entorno (cada uno en su medida) haciendo que cada una de nuestras vidas sea una pequeña luz en medio de un mundo que anhela sentido y esperanza.